Se distinguen varios grupos por su método de elaboración: fritos o de sartén como son los enredos o panecillos típicos de Semana Santa en caldo dulce, las flores de lis, los roscos fritos, los pestiños, picatostes, torrijas, borrachuelos, etc.
También de sartén son las gachas típicas para la fiesta de Todos los Santos, acompañadas de picatostes.
De horno o de lata tenemos un gran surtido de tortas: de manteca, de garbanzos, de nueces; bollos con matalauva, bollos de aceite, galletas, bizcochos, piononos, aunque la repostería de horno más autóctona es la vinculada a la festividad de San Marcos: las “tortas dormías” y los hornazos con huevo cocido. En la festividad de San Juan Bautista es típico repartir a los asistentes rosquillos de vino y mistela.
También son comunes los derivados de las frutas: mermeladas, carne de membrillo o los “casaos”: higos secos con nueces.
En cuanto a bebidas, la producción de vino es muy escasa pero aún hay familias que lo hacen para autoconsumo.
El aguardiente de Beas fue históricamente de gran calidad, la mistela (licor de café) y la cuerva (sangría con vino blanco y fruta) típica para las “Lumbres de la Virgen de la Paz”, el pacharán, el licor de membrillo, etc.
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